miércoles, 22 de septiembre de 2010

Avenue Q

Una vez más he vuelto a ese lugar. Una vez también viví allí y tuve vecinos. Vecinos con los que compartí impotencia, decepción, alegría, esperanza, ilusiones, cabreo, camaradería, confianza... todo lo cual no lo cambiaría por nada. He aprendido cosas sobre mí misma y cosas sobre aquellas personas de las que me rodeé tanto tiempo. Al ver a otros ocupar nuestras casas y andar por donde nosotros lo hicimos, no puedo evitar pensar en todo lo que hemos dejado atrás y todo los que hemos ganado con nuestro sudor.

He ganado un marido que me decía las cosas tal y como eran y siempre tenía preparado un besito para animarme; un portero que siempre comprendía, sonreía y me apaciguaba; una diva que me hizo sufrir hasta el último momento y con la cual compartí muchísimo; un filólogo sin un objetivo que aguantó incluso aunque todo se hundiera y me tranquilizaba con un cálido abrazo; un vago que quería que diese lo mejor de mí misma aunque yo no creyera en que podía mejorar; una vividora y fresca con corazón y con las ideas claras y una mano para echar; un empresario que se negaba así mismo y que con su perfeccionismo logró que yo también quisiera alcanzar algo más allá; un monstruo que por su seriedad en los momentos necesarios y su franqueza se ganó su respeto; una profesora que ya me había tenido que aguantar antes y que otra vez volvió a hacerlo; unos traviesos peluchitos que aunque no pudieran sonreír por dentro más de una sonrisa me sacaron; una maestra de obras que aunque el Titanic se hundiera quería seguir manteniéndolo a flote; unos músico-adictos que consiguieron que más de una vez guiaron a mi oído; una experta en sonido que se preocupaba cada día por mí y me daba mimitos; un técnico de luces que intentó enseñar a esta cabeza hueca cómo se supone que iba todo; un equipo técnico que lo mismo nos maquillaba como nos ponía vídeos o hacía pequeños cameos; y una mamá pájaro que nos salvó antes de aplastarnos el cráneo contra el suelo.

Todas estas personas una vez compartieron edificio conmigo. Hoy volví con ellas. Hoy me despido una vez más. Pero esta es la última vez que vuelvo la cabeza hacía esa calle llena de buenos momentos. Ya, hoy, quedaron bajo llave en un lugar donde serán difíciles de arrebatar. Dentro de mí.

Adios Avenue Q.

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